9.- Donde murió la música...


Tras caminar un largo trecho por Irarrázabal, los tres continuaron hacia el norte por calle Holanda. Las calles eran un laberinto de escombros. Con suavidad, una lluvia comenzó a dejarse caer sobre la destruída ciudad.

Tras avanzar por varias calles y pasar cerca de la casa de Mauricio, los tres llegaron a la antigua intersección de calle Coventry con Emilia Téllez. Y en verdad era así, pues ya no era una intersección: Un enorme edificio de esos construídos a la rápida y sin mucha fiscalización había caído, transformando a Coventry en una calle sin salida. Un poco antes de llegar a los restos del edificio, Mauricio se detuvo junto al portón de madera de una casa a medio desmoronar.

"Esperen un momento..."

Era una de esas viejas casas ñuñoínas de los años 40, sólidas y de muros gruesos. Sin embargo, casi todas tenían el mismo defecto: malos techos. Prácticamente la totalidad de los techos de las casas de la zona estaban derrumbados hacia el interior de las casas. Mauricio tiró un piedrazo hacia donde antes había una ventana. Un sonido de latas o algo parecido se escuchó fuerte y claro.

Al cabo de unos cinco minutos, se escucharon algunos pasos rápidos.

"¿Mauro?"

"Si soy yo, abre porfa"

La puerta se abrió y ante ellos estaba un joven. Quizás de unos veintitantos aún, si no fuera por la cicatriz en el mentón y la ausencia total de barba, cualquiera diría que era Mauricio con varios años menos.

"El es Alonso, mi hermano"

Alonso sólo hizo un gesto con la cabeza, un poco tieso. En sus manos tenía un rifle HK G3, de los que se usaban en el ejército. Además parecía un poco molesto.

Luego de las presentaciones de rigor, Alonso les indicó que lo siguieran. Caminaron entonces por lo que fue el estacionamiento para entrar a la casa por atrás. El primer piso aún estaba habitable y era ahí donde aparentemente transcurría la vida de Alonso, en una soledad muy similar a la de su hermano.

Tras ofrecer una silla para Daniela, un cajón de frutas para Raimundo y un gesto de fastidio a su hermano, que se quedó de pie, Alonso encendió un cigarrillo y los quedó mirando en el espacio que antes fuera el comedor de la casa.

"Ustedes dirán..."

Había tensión en el ambiente. Daniela y Raimundo habían notado hace rato que entre los dos hermanos no había una buena relación y que a duras penas se toleraban.

"Alonso, necesitamos ubicar a Germán, tu amigo..."

"¿Y qué te hace pensar que yo sé si está vivo?"

"Por lo menos ayúdanos a encontrarlo. Siempre tuvo manías con esto de la supervivencia y el holocausto zombie, así que asumo que esto lo pilló medianamente preparado..."

La mirada de Alonso se clavó en su hermano mayor. Definitivamente no estaba contento, pero algo lo hizo deliberar.

"¿Y para qué?"

"Queremos saber que cresta pasó en el mundo que está así. Y el puede comunicarse con el exterior. Además, si la cosa está peligrosa como parece, necesitamos un buen tirador..."

Alonso aspiró una larga bocanada y le lanzó el humo a su hermano en la cara. Este no movió un músculo. Tras unos minutos, Alonso se puso de pie y se quedó mirando hacia el exterior, donde la lluvia caía de manera tupida pero suave.

"Se me rompió la guitarra hace tres días..."

Los tres miraron a Alonso. Sus manos estaban bien cuidadas y tenía dedos largos y delgados.

"Hace tres días que mi vida transcurre en silencio, y es casi como estar muerto. No lo había pensado, pero Germán podría arreglar mi guitarra; siempre fue bueno con las manos..."

Hizo una pausa y luego se volvió hacia los tres.

"Los voy a acompañar, pero tengo una condición..."

Se quedó mirando a Mauricio con una expresión un poco maligna. Éste hizo un gesto cansino y dijo con una voz que parecía desinflada

"¿Todavía no puedes superarlo?"

"Es eso o nada"

Mauricio observó a Raimundo y Daniela. Estos le devolvieron la perplejidad hecha mirada.

"Sea. Hazlo de una puta vez..."

Alonso fue hacia una habitación junto al baño. Al rato volvió con una mochila de excursión, que llenó con latas de comida, una botella de agua y algo de ropa. Enrolló un chal de lana y se colocó un cinturón con cartucheras. Completó la indumentaria con una chaqueta de cuero corta y un pasamontañas de lana de color azul marino.

"Listo. Afuera te doy..."

Mauricio hizo un gesto de resignación y salieron al patio. Ahí ambos hermanos se quedaron mirando uno al otro con gesto desafiante.

"Hazlo, veamos si tienes las pelotas bien puest-"

El culatazo golpeó fuerte la mejilla izquierda de Mauricio con tal violencia que le hizo caer al suelo de manera más bien indigna. Daniela corrió a ayudarlo. Un hilo de sangre corría desde su nariz y el labio, que comenzó a hincharse inmediatamente junto a un moretón violáceo que iba desde el mentón a la oreja.

"Listo, condición cumplida. Vamos a La Reina ahora..."

Mauricio escupió al suelo mientras Daniela lo ayudaba a levantarse. Raimundo se acercó y le alargó un pañuelo al tiempo que le preguntaba...

"¿Qué le hiciste a tu hermano para que te guarde tanto rencor?"

Daniela añadió una mirada inquisitiva a la pregunta.

"Me metí con su mina y me la llevé a vivir conmigo. Después ella me dejó a mí también. Filo, es todo, nada del otro mundo... estuvo feo, cierto, pero son huevás que ya pasaron..."

Raimundo le dirigió una mirada de reprobación a Mauricio. Daniela sólo dijo una palabra que resumió todo.

"Merecido"

Salieron entonces a la calle. La lluvia lentamente lavó el orgullo de Mauricio, al tiempo que pensaba

"Si, merecido..."

Y caminaron los cuatro por Coventry en dirección al sur en un día sin sol...

(Canción sugerida: Ashes to Ashes, de Faith No More, del disco Album of the Year)


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